viernes, 30 de octubre de 2015

RECUPEREMOS NUESTRAS TRADICIONES


Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

EL DÍA DE TIDOS LOS SANTOS CRISTIANO

Sin embargo, para los creyentes es la fiesta de todos los Santos la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido "templos del Espíritu Santo".

Como asegura Bruno Forte, profesor de la Facultad teológica de Nápoles, al contrario de quienes no creen en la dignidad personal y desvalorizan la vida presente creyendo en futuras reencarnaciones, el cristiano tiene "una visión en las antípodas" ya que "el valor de la persona humana es absoluto". Es ajena también al dualismo heredero de Platón que separa el cuerpo y el alma. "Este dualismo y el consiguiente desprecio del cuerpo y de la sexualidad no forma parte del Nuevo Testamento para el que la persona después de la muerte sigue viviendo en tanto en cuanto es amada por Dios". Dios, añade el teólogo, "no tiene necesidad de los huesos y de un poco de polvo para hacernos resucitar. Quiero subrayar que en una época de "pensamiento débil" en la que se mantiene que todo cae siempre en la nada, es significativo afirmar la dignidad del fragmento que es cada vida humana y su destino eterno".

La fiesta de Todos los Fieles Difuntos fue instituido por San Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny en Francia el 31 de octubre del año 998. Al cumplirse el milenario de esta festividad, el Papa Juan Pablo II recordó que "San Odilón deseó exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en vigor en la Iglesia universal".

"Al rezar por los muertos -dice el Santo Padre-, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres".

Tras subrayar la importancia de las oraciones por los difuntos, el Pontífice afirma que las "oraciones de intercesión y de súplica que la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio "son ayudadas por la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio propiciatorio del altar", así como "por la caridad y otras obras de piedad".

En razón a ello, el Papa a los católicos "a rezar con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor".

TRADICIONES EN ESPAÑA EN EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

El 1 de noviembre es costumbre visitar el cementerio para limpiar las tumbas de los seres queridos y dejarles flores frescas, especialmente crisantemos. Pero no todo es triste y fúnebre. Estas son algunas tradiciones españolas divertidas para celebrar estas fechas. 

HUESOS DE SANTO, BUÑUELOS DE VIENTO, PANELLETS...

panellets

La comida española para la noche de las brujas no tiene nada que envidiarle a los dulces anglosajones: huesos de santobuñuelos de viento y panellets son lo más tradicional. Pero también se pueden degustar rosquillas de anís y patatas asadas en Salamanca, arrop y tallaets en Alicante (trozos de calabaza bañados en sirope de mosto de uva muy dulce), borrachillos en Andalucía (roscos trenzados), rosaris en Mallorca (rosarios hechos de caramelos y azúcar), pestiños en Jaén o migas de niñoen Castilla-La Mancha.

DON JUAN TENORIO

don juan tenorio

Es común representar esta obra clásica en las fechas próximas al Día de Todos los Santos. Es muy apropiada para la ocasión, ya que la escena más famosa del Don Juantranscurre en un cementerio en el que se producen apariciones de los muertos. Es una tradición que compartimos con los mexicanos, aunque en los últimos tiempos parece que está perdiendo terreno frente a la fiesta pagana.

PROTAGONISTA: LA CASTAÑA

castaña

Del 1 al 11 de noviembre, se celebra en el norte de España y algunas regiones del sur (Extremadura, Toledo) el magosto o castañada, centrados en un fruto muy otoñal: la castaña. Se asan varias en las brasas de una hoguera, solas, con miel o cocidas en leche, acompañadas de otros frutos y dulces de temporada como boniatos, higos, nueces, bellotas, granadas, dulce de membrillo, pastel de calabaza, y de bebida sidra dulce. En Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón, lo típico es el moscatel. Es común tiznarse la cara con los restos de la hoguera o saltar las llamas, ya que trae suerte. La velada se ameniza contando historias o cantando canciones populares.

EL CAMINO DE LAS ÁNIMAS

velas animas

Las almas de los muertos no quedan olvidadas. En Begíjar (Jaén), entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, los jóvenes salen con cazuelas de gachas a la calle para tapar con ellas las cerraduras de las casas e impedir la entrada a los malos espíritus. En los hogares iluminan el camino a las ánimas de los difuntos con mariposas de aceite en las ventanas, y pasan la noche comiendo sus tradicionales tortillas con chocolate. En Alicante, se ponen velas en las ventanas desde el 28 de octubre para indicar la ruta a las almas de los muertos. En el norte de Córdoba también se hace, y se ameniza la "vigilia" con gachas de leche.

En Canarias recuerdan de otra manera a los que se han ido. El 2 de noviembre celebran Los Finaos ("finados", difuntos). Las familias se reúnen y cuentan historias de los parientes fallecidos mientras comparten piñones, nueces, castañas y almendras acompañadas de vino dulce, anís y ron miel. En algunos pueblos hay una "finada" popular en la que se toca música por las calles y cuyo momento culminante es el Baile de los Finaos.

Quizá las celebraciones más curiosas se den en Zamora. Las Cofradías de las Ánimas organizan procesiones el 1 de noviembre por los cementerios locales, acompañándose de velas para guiar a los muertos y rezando el rosario. En Tajueco (Soria) se celebra el Ritual de las Ánimas: una procesión encabezada por el sacerdote en la que marchan dos grupos, casados y solteros, quienes van coreando las estrofas del cántico a las ánimas. Al finalizar, se toca la campanilla y se reparten pastelillos y vino. El toque de muertos de las campanas acompaña al vecindario durante todo el proceso.

FERIAS Y CARNAVALES

cocentaina

En Cádiz celebran el Día de los Muertos de carnaval, aunque los que se disfrazan son los conejos, cerdos y gallinas de los mercados de la ciudad. Es la fiesta de los Tosantos, en la que también se hacen muñecos con frutas, verduras y frutos secos, que representan y critican a políticos y personajes de la sociedad.

Pero la feria de los difuntos por excelencia se celebra en Cocentaina (Alicante). La Fira de Tots Sants tiene lugar desde 1326, una de las más antiguas e importantes de España, declarada de interés turístico nacional porque concentra a más de 800.000 personas en tres o cuatro días. La feria está dividida en varios espacios: el más tradicional, que ocupa el lugar central, es el de maquinaria agrícola, pero también hay un zoco árabe, un mercado cristiano, zonas de animales y atracciones infantiles.

En la región de Murcia, se organizan mercadillos callejeros en la capital y muchos pueblos, en los que se venden flores y productos gastronómicos típicos de las fechas: arrope, calabazate, carne de membrillo, pan de higo, huesos de santo y frutos secos.

COMO EN HALLOWEEN...

santa compaña

En muchas ciudades y pueblos de Galicia (como Cedeira, O Vicedo o Narón) celebran algo parecido al Halloween de EEUU.

Debido al arraigo celta, del que derivan también las tradiciones anglosajonas, los gallegos han tenido siempre algunas costumbres de Halloween: se visten de seres mágicos para confundirse con ellos (ya que la víspera del Día de los Difuntos corren a placer), piden dulces de casa en casa, y tallan calabazas en forma de cara para ahuyentar y despistar a los espíritus.

También hacen marchas, representando a la Santa Compaña, una procesión de muertos o ánimas en pena que vagan por la noche errantes por los caminos en busca de las almas de los que han fallecido.

jueves, 29 de octubre de 2015

ESTABA JUANA I DE CASTILLA, REALMENTE LOCA?


La mayoría de los historiadores coinciden en señalar a la castellana como una víctima de las ambiciones de su padre, de su esposo y finalmente de su hijo Carlos I que se ocupó hasta su muerte de mantenerla encerrada en Tordesillas

A la muerte de su esposo Felipe «el Hermoso», la Reina Juana de Castilla inició una larga procesión por todo el reino con el ataúd del Rey a la cabeza. Durante ocho meses, Juana caminó pegada al catafalco de su esposo en un cortejo fúnebre que despertó asombro e incluso miedo entre la población. Este supuesto arranque de locura provocó la reclusión de la Reina en Tordesillas (Valladolid) hasta su muerte cuarenta y seis años después. En la actualidad, los historiadores se plantean si Fernando «el Católico» –padre de Juana y responsable de su «cautiverio»– aprovechó la enajenación transitoria de su hija para apartarla bruscamente de la Corona.

Nacida en Toledo el 6 de noviembre de 1479, Juana de Castilla recibió una educación esmerada de orientación humanista por empeño de su madre, Isabel «la Católica», quien bien sabía lo complicado que era para una mujer progresar en una sociedad dominada por los hombres. Pronto, la Infanta castellana destacó en el dominio de las lenguas romances y el latín, en interpretación musical y en danza. Era, en consecuencia, la educación típica de un miembro secundario de la Familia Real. No en vano, Juana de Castilla fue una niña normal que no dio prueba de sufrir ningún tipo de trastorno mental hasta la madurez.

Con la intención de aislar políticamente a Francia, los Habsburgo cerraron una serie de alianzas con los Reyes Católicos que incluían el matrimonio de Felipe I de Austria, llamado «el Hermoso», con la Infanta Juana. Curiosamente, el apelativo de «el Hermoso» se lo dio el Rey Luis XII de Francia cuando la pareja viajaba hacía España para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió y al verle exclamó: «He aquí un hermoso príncipe». 

En 1496, Juana de Castilla contrajo matrimonio a los 17 años. Daba comienzo una vida conyugal marcada por las infidelidades de Felipe «el Hermoso» y por la absoluta soledad. Como respuesta, la hija de los Reyes Católicos mostró un carácter obsesivo en lo referente a su marido y dejó distintos episodios de ira. Un carácter que la muerte de su hermano Juan, heredero al trono, y de su hermana mayor Isabel en 1497 hizo todavía más inestable. 


El cortejo fúnebre de Felipe I, el breve

No mucho tiempo después, en 1504, el fallecimiento de Isabel «la Católica» inició una disputa entre Fernando «el Católico» y Felipe «el Hermoso» por hacerse con el control de Castilla, donde Juana quedó atrapada entre el fuego cruzado. Para rematar una década minada de muertes de gente cercana a ella, Felipe I –que llegó a ser Rey de Castilla por dos meses– falleció súbitamente en 1506. Según las fuentes de la época, «se encontraba Felipe en Burgos jugando a pelota cuando, tras el juego, sudando todavía, bebió abundante agua fría, por lo cual cayó enfermo con alta fiebre y murió unos días después». 

La actitud de la Reina durante el cortejo fúnebre que llevó el cuerpo de su marido por buena parte de Castilla extendió entre la población la creencia de que tenía graves problemas mentales. Sea como fuere el grado y naturaleza de locura de la Reina, su padre no estaba dispuesto a dejar pasar otra vez la ocasión de hacerse con la Corona de Castilla y recluyó rápidamente a su hija en Tordesillas, donde residiría hasta su muerte.

La Reina Juana permaneció cuarenta y seis años en Tordesillas (Valladolid) y ni siquiera la llegada al trono de su hijo Carlos I rebajó las condiciones de su cautiverio. En 1520, el movimiento comunero que exigía a Carlos I más respeto por las instituciones castellanas se dirigió a Tordesillas a liberar a Juana y a pedirle su ayuda. Y aunque la todavía Reina rehusó apoyar el movimiento, la mujer que hallaron los cabecillas comuneros estaba lejos de la figura trágica que Fernando «el Católico» y Carlos I habían difundido entre la población, su conversación era inteligente y su mente era clara. De hecho, la descripción que hicieron los comuneros de la Reina ha llevado a que en la actualidad muchos historiadores pongan bajo sospecha su hipotética locura, que bien pudo ser solamente de carácter transitorio a causa de la muerte de muchos seres queridos en poco tiempo. 

Antecedentes de locura en la familia

TRATADO DE LOS TOROS DE GUISANDO


LOS TOROS DE GUISANDO

Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila(España).

Se datan entre los siglos II y I antes de Cristo, con preferencia a la creación en el siglo II a. C., durante la Edad del Hierro.

Se trata de cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos(cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.

Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.

La importancia de la ganadería para la subsistencia del pueblo vetón hace suponer que estas estatuas eran protectoras del ganado, aunque ésta es solamente una de las muchas teorías planteadas en torno a la función de estas esculturas. Localizados en el término municipal de El Tiemblo, en Ávila, los cuatro Toros de Guisando son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana. Estas figuras fueron realizadas entre los siglos IV y I antes de Cristo, en plena Edad del Hierro. Durante esta etapa, el pueblo de los vetones está asentado en las provincias actuales de Badajoz, Cáceres, Salamanca y Ávila. Pueblo fundamentalmente ganadero, los vetones se establecían en lugares en los que abundaba el agua y el pasto para sus rebaños. El ganado -vacas, toros, cerdos- y la caza -jabalíes-, les procuraba carne, leche, cuero y estiércol, productos de importancia vital. De ahí que erigiesen toscas representaciones, llamadas verracos, de cerdos, jabalíes y toros, como éstas de Guisando. Realizadas en bloques de granito, las cuatro figuras, de más de dos metros y medio de largo, miran alineadas hacia el atardecer y al cerro del que toman nombre, estando situadas en la margen izquierda del arroyo Tórtolas. Aunque poco elaboradas, algunas de ellas dan muestra de un incipiente realismo, pues poseen agujeros para insertar los cuernos y unos suaves surcos paralelos que indican los pliegues del cuello del animal. La gran duda que nos queda acerca de estos cuatro enigmáticos verracos es su función, pues pudieron tratarse de esculturas con fines religiosos o funerarios, o bien ser protectoras de los rebaños, dotadas de una finalidad mágica o bien como simples hitos en las cañadas o marcadores territoriales.


TRATADO DE LOS TOROS DE GUISANDO

TratadoJura o Concordia de los Toros de Guisandoson denominaciones historiográficas para una reunión que tuvo lugar el 18 o 19 de septiembre de 1468 en el cerro de Guisando (junto a los Toros de Guisando, un conjunto de toros o berracos de piedra de origen prerromano, en la actual localidad abulense de El Tiemblo), y al acuerdo que en ella se alcanzó entre el rey de Castilla Enrique IV y su hermanastra Isabel. Por tal jura, esta era proclamada princesa de Asturias y reconocida como heredera de la Corona de Castilla. Algunos historiadores discuten su veracidad,[cita requerida] atribuyendo su presencia en los textos posteriores al propósito de legitimar la sucesión, dado que no se ha conservado ningún documento original.

    Enrique IV de Cadtilla e Isabel Ia Catolica

Los primeros enfrentamientos que conducirían a la Guerra de Sucesión Castellana habían comenzado en 1464, cuando un grupo de nobles se había rebelado con la intención de hacer abdicar al rey y deponer a su valido, Beltrán de la Cueva. Los nobles rebeldes llegaron a realizar una ceremonia (la Farsa de Ávila de 1465) en la que depusieron simbólicamente a Enrique IV y entronizaron en su lugar a su hermanastro Alfonso. La muerte del infante en julio de 1468 convirtió a la hermanastra de Enrique, Isabel, en el candidato de los nobles rebeldes. Sin embargo, la infanta prefirió pactar con su hermanastro, utilizando como mediador a Antonio de Véneris. Tras unas vistas realizadas en Castronuevo, se llegó a un acuerdo preliminar, por el que finalizaría la guerra. Ese fue el acuerdo que se formalizó ante los Toros de Guisando. Mediante tal tratado o concordia, todo el reino volvía a la obediencia del rey y a cambio Isabel pasaba a ser princesa de Asturias y recibía un amplio patrimonio. El matrimonio de la princesa debía realizarse sólo con el consentimiento previo del rey. Juana, la hija de Enrique IV, quedaba desplazada de la posible sucesión, al declarse nulo el matrimonio del rey y la reina.

Sin embargo, la boda de Isabel con Fernando, el heredero del trono aragonés, celebrada en 1469 en Valladolid y que no contaba con la aprobación del rey, motivó el repudio de la Concordia por Enrique IV. El rey reconoció nuevamente los derechos de su hija Juana en la Ceremonia de la Val de Lozoya (25 de noviembre de 1470).

Es sabido que Enrique IV, muerto su hermano el Príncipe D. Alonso, mandó jurar Princesa y heredera de sus reinos a la Infanta Doña Isabel el 19 de Setiembre de 1468 en la venta de los Toros de Guisando. Concurrieron a esta ceremonia, que tanto pesó en la balanza de la fortuna de España, muchos prelados y caballeros que con el Rey estaban. Un pueblo innumerable fue testigo de aquella solemnidad, a la cual faltó para ser completa la presencia de los procuradores de las ciudades y villas del reino.

Subsanaron la falta las Cortes de Ocaña de 1469, pues según la carta que la Princesa Doña Isabel escribió a Enrique IV, cuando ya meditaba el Rey el rompimiento con su hermana, después en la villa de Ocaña por mandado de vuestra señoría, otros muchos prelados e procuradores de las cibdades e villas... lo juraron, segund que vuestra señoría bien sabe, e a todos es notorio.

Confirmada la jura de la Princesa en las Cortes inmediatas, se desvanecen todos los escrúpulos acerca del derecho de sucesión en la Corona que asistía a doña Isabel; derecho declarado por el único tribunal competente, que no pudo invalidar la jura posterior de doña Juana, hija presunta del Rey, en el Ayuntamiento de grandes, prelados y caballeros de Val-de-Lozoya, porque no se reunieron allí los tres estados del reino, como era necesario, para anular la concordia de los Toros de Guisando.

sábado, 24 de octubre de 2015

DINASTIA DE LOS TRASTAMARA

   Alfonso XI  padre de Enrique II de Castilla y Pedro el Cruel 

CASA DE TRASTAMARA

Dinastía reinante en Castilla (de 1369 a 1504), en Aragón (de 1412 a 1516) y en Nápoles (de 1458 a 1501). Globalmente, el reinado de los Trastámara en Castilla se caracterizó por el refuerzo de la autoridad monárquica, fomentando el desarrollo económico impulsado por la burguesía e introduciendo a Castilla en la diplomacia europea. Esta modernización de la monarquía convirtió a Castilla en una gran potencia europea, capaz de imponer su hegemonía en la península Ibérica.

La casa toma su nombre del Condado de Trastámara, título que ostentaba antes de acceder al trono Enrique II de Castilla (1369-79), por haber sido adoptado por el conde Rodrigo Álvarez. Hijo bastardo de Alfonso XI y Leonor de Guzmán, Enrique II le disputó el trono a su hermanastro, Pedro I el Cruel; tras una guerra civil, en 1369 asesinó a Pedro y ocupó el trono, legándolo posteriormente a su hijo Juan I (1379-90).

Juan I de Castilla consolidó en el trono a la dinastía, rechazando una invasión portuguesa en apoyo de las pretensiones del duque de Lancaster, Juan de Gante, que reclamaba sus derechos como yerno de Pedro I. Juan I quiso entonces anexionarse el reino portugués, pero fue derrotado en la batalla de Aljubarrota (1385). Le sucedió en el trono castellano su hijo Enrique III el Doliente (1390-1406), durante cuyo reinado Castilla conquistó las islas Canarias. Ante el Cisma de Occidente, que dividió a la Iglesia entre dos papas rivales, apoyó al papa de Aviñón, el aragonés Benedicto XIII. 

Le sucedió su hijo Juan II de Castilla (1406-54), cuyo reinado estuvo marcado primero por la regencia de su madre y de su tío, el infante don Fernando (futuro Fernando I de Aragón), y más tarde por el valimiento del condestable Álvaro de Luna y las guerras contra los infantes de Aragón (los hijos de Fernando I, pertenecientes, por tanto, a la misma Casa de Trastámara).

Durante el reinado de su hijo y sucesor, Enrique IV de Castilla (1454-74), la autoridad monárquica quedó debilitada en beneficio de la nobleza y de los validos, Juan Pacheco y Beltrán de la Cueva. A este último se atribuyó la paternidad de la heredera del trono, Juana la Beltraneja, al tiempo que se difundía el rumor de que el rey era impotente. 

Tales rumores fueron propalados por los partidarios de la hermana de Enrique IV, Isabel I la Católica (1474-1504), que le disputó el trono apoyándose en la nobleza y, tras la muerte de Enrique IV, se hizo proclamar reina imponiéndose a los partidarios de su sobrina Juana la Beltraneja. Su matrimonio con el rey Fernando II de Aragón (también un Trastámara) unificó las Coronas de Castilla y Aragón. Pero los Reyes Católicos no tuvieron heredero masculino, por lo que su herencia fue transmitida a la Casa de Habsburgo, a través de  Felipe I el Hermoso y Juana I la Loca, y de su hijo y heredero Carlos I de España y V de Alemania.

   Juana I de Castilla 

En cuanto a la rama aragonesa de los Trastámara, arranca de Fernando I el de Antequera (1412-16), hijo de Juan I y regente de Castilla durante la minoría de edad de su sobrino, Juan II. En 1410 quedó vacante el trono aragonés al morir el último representante de la Casa de Barcelona, Martín I el Humano; tras un periodo de anarquía, una asamblea de notables se inclinó por hacer rey a Fernando de Trastámara (Compromiso de Caspe, 1412). Recibe su sobrenombre de su participación en la reconquista de la plaza de Antequera contra el reino musulmán de Granada (1410). En 1413 consolidó su acceso al trono derrotando a los nobles que se le oponían, encabezados por el conde de Urgel. 

Pudo así transmitir la Corona a su hijo Alfonso V el Magnánimo (1416-58), que dedicó todas sus energías a proseguir la expansión mediterránea de la Corona catalanoaragonesa, iniciada por su padre. Incorporó Sicilia, Cerdeña y Nápoles, y llevó sus campañas guerreras hasta el Mediterráneo oriental. Durante su reinado continuaron las guerras con Castilla. 

Al morir desgajó la herencia, dejando Nápoles para su hijo bastardo, Fernando I de Calabria, mientras que Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca pasaban a su hermano Juan II de Aragón (1458-79). Éste fue, además, rey de Navarra por su matrimonio con Blanca I; y, al morir ésta en 1441, intentó usurpar el trono navarro en detrimento de su hijo Carlos, dando lugar a una guerra civil entre agramonteses (partidarios de Juan II) y beaumonteses. El apoyo de Castilla a estos últimos desencadenó además la guerra con Castilla. 

Juan II triunfó frente a sus adversarios e impuso como reina de Navarra a su tercera hija, Leonor, casada con Gastón de Foix, de donde arranca la implantación en Navarra de la Casa de Foix. Pero el conflicto entre Juan II y su hijo Carlos se extendió a Cataluña, donde provocó una guerra civil (1462-72) entre el rey, los payeses de remensa y la facción popular de la Busca, por un lado, y la Diputación, por otro. La Diputación llegó a ofrecer la Corona de Cataluña a Enrique IV de Castilla, a Pedro de Portugal y a Renato de Provenza. El rey se impuso gracias a la ayuda de Luis XI de Francia, al que hubo de compensar con la entrega del Rosellón y la Cerdaña. 

A Juan II le sucedió en Aragón su hijo Fernando II el Católico (1479-1516), casado con la heredera de Castilla. Durante su reinado volvió a incorporarse a la Corona aragonesa el reino de Nápoles, que había permanecido en manos de una rama colateral de los Trastámara desde Fernando I de Calabria (1458-94), hijo bastardo de Alfonso V de Aragón, a quien éste legó por testamento el reino de Nápoles. Tras imponerse en dura lucha contra los barones napolitanos partidarios del duque de Lorena, consolidó su poder y lo transmitió a su hijo Alfonso II (1494-95). La Corona de Nápoles pasó de éste a su hijo Fernando II (1495-96) y luego a otro hijo de Fernando I, Fadrique (1496-1501), antes de reincorporarse a la rama principal de los Trastámaras aragoneses en la persona de Fernando el Católico.

   Reyes Católicos 

RAMIRO II Y LA LEYENDA DE LA CAMPANA DE HUESCA


LA LEYENDA

Tras la muerte en 1134 de Alfonso I el Batallador sin hijos, heredó el reino de Aragón su hermano Ramiro II el Monje, obispo de Roda de Isábena. Aragón sufría por entonces diversos problemas internos y externos.

Según cuenta la Crónica de San Juan de la Peña (siglo XIV), estando Ramiro II preocupado por la desobediencia de sus nobles mandó un mensajero a su antiguo maestro, el abad de San Ponce de Tomeras, pidiéndole consejo. Este llevó al mensajero al huerto y cortó unas coles (algunas veces se habla de rosas), aquellas que sobresalían más. A continuación ordenó al mensajero repetir al rey el gesto que había visto. Ramiro II hizo llamar a los principales nobles para que vinieran a Huesca, con la excusa de hacer una campana que se oyera en todo el reino. Una vez allí, hizo cortar la cabeza a los nobles más culpables, sofocando la revuelta.

La forma popular desarrolla algo más el hecho: el rey convocó Cortes e hizo venir a todos los nobles del reino para que vieran una campana que se oiría en todo el reino. A los rebeldes los hizo entrar de uno en uno en la sala y fue decapitándolos según iban entrando. Una vez muertos, los colocó en círculo y la del obispo de Huesca, el más rebelde, la colocó en el centro como badajo. Luego dejó entrar a los demás para que escarmentaran.


ORIGEN

La leyenda de la campana de Huesca ha sido considerada durante mucho tiempo como auténtica. Existe incluso en el antiguo palacio real, actual Museo Provincial de Huesca, una sala en la que se afirma que ocurrieron los hechos.

No obstante, la leyenda de la campana de Huesca fue estudiada por Jerónimo Zurita en sus Anales de la Corona de Aragón (1562) e identificó las fuentes clásicas de la primera parte (el consejo del abad de San Ponce) en el historiador griego Heródoto (siglo V a. C.). En Historia, V, 92, Heródoto refiere:

Periandro despachó un heraldo a la corte de Trasibulo para preguntarle que con qué tipo de medidas políticas conseguiría asegurar sólidamente su posición y regir la ciudad con el máximo acierto. Entonces Trasibulo condujo fuera de la capital al emisario de Periandro, entró con él en un campo sembrado y, (...) cada vez que veía que una espiga sobresalía, la tronchaba (...) Acabó por destruir lo más espléndido y grandado del trigal. Y, una vez atravesado el labrantío, despidió al heraldo sin haberle dado ni un solo consejo.

También se puede encontrar esta anécdota en la Política de Aristóteles —en el tercer libro, capítulo 13, hacia el final del fragmento 1284a—, contada brevemente y de manera similar a Heródoto.

En el siglo I a. C. Tito Livio atribuye la leyenda a Tarquino, que corta con un bastón las adormideras más altas para aleccionar a Sexto Tarquino, rey de los Gabios.

Más difícil es dilucidar cuándo se produce la aclimatación e hispanización del mito en una leyenda medieval. Manuel Alvar afirma que se pudo producir a través de la herencia carolingia y la épica occitana francesa a la que tan ligado estaba el reino de Aragón.

Pudo encarnarse cuando se hizo efectiva su conexión con la segunda parte (la muerte de los nobles), mucho más probable, y que pudo ocurrir cuando los bandos nobiliarios aragoneses luchaban frente al rey por alcanzar mayores cotas de poder y de riqueza. Esos nobles se enfrentaron entre ellos aprovechando el cambio de monarca, y en una de esas disputas Ramiro II estuvo a punto de perder el trono. Tuvo que refugiarse en Besalú en 1135. A la vuelta solucionó el problema ordenando decapitar a varios de los nobles sublevados que habían asaltado una caravana de musulmanes en tiempo de tregua.

Los anales y crónicas transmiten esta referencia histórica. En los Anales Toledanos Primeros, unos cincuenta años posterior a los hechos, aparece esta noticia:

Mataron las potestades en Huesca. Era MCLXXIV

La nota se refiere, como atestigua Ubieto, al año 1135 o 1136. Más extensa es la información que trae la Primera Crónica General o Estoria de España, producida por el taller alfonsí entre 1260 y 1284:

aquel don Ramiro el Monge (...) no lo quiso mas sofrir, et guisó desta manera que en un día en la çibdat de Güesca en un corral de las sus casas, fizo matar onze rricos omnes, con los quales murieron muy grant pieça de cavalleros

Pero quien trae extenso desarrollo de estos hechos es la Crónica de San Juan de la Peña o Crónica pinatense (c. 1369), escrita en el reinado de Pedro IV de Aragón. Además, y lo que es más valioso, la Crónica incluye una prosificación de un cantar de gesta aragonés, el Cantar de la Campana de Huesca, del que Manuel Alvar pudo reconstruir los pasajes que refieren al episodio del rey Ramiro II. Las primeras versiones de este Cantar de la Campana de Huesca no debieron ser muy posteriores a los hechos, en la segunda mitad del siglo XII, como confirma la pérdida de la vocal final.

PASAJE ORIGINAL

  1.  El pasaje relatado en la Crónica de San Juan de la Peña, versión en aragonés, reza:

    Et aquesti don Remiro fue muyt buen rey et muyt francho a los fidalgos, de manera que muytos de los lugares del regno dio a nobles et cavalleros; et por esto no lo precioron res, et fazían guerras entre si mismos en el regno et matavan et robavan las gentes del regno, et por el rey que non querían cessar aquesto; et fue puesto en gran perplexidat cómo daría remedio a tanta perdición del su regno, et non osava aquesto revelar a ninguno. Et por dar remedio al su regno embió un mensagero al su monasterio de Sant Ponz de Tomeras con letras al su maestro, clamado Forçado, que era seydo porque yes costumbre et regla de monges negros que a todo novicio que era en la orden dan un monge de los ancianos por maestro, et según la persona de aquesti don Remiro que merecía dieronli el maestro muyt bueno et grant et savio, en las quales letras recontava el estamiento del su regno et mala vida que passava con los mayores del su regno, rogándole que le consellasse lo que faría; el maestro con grant plazer que havía, recebidas las letras, pensó que sería irregular si le consellava que fizies justicia, clamó el mensagero al huerto en el qual havía muytas coles et sacó un gavinet [sic] que tenía et, teniendo la letra en la mano et leyendo, talló todas las colles mayores que yeran en el huerto et fincoron las solas chicas, et dixole al mesagero: "Vete al mi sennor el rey et dile lo que has visto, que no te do otra respuesta". El qual mesagero con desplazer que respuesta non le havía dada, vinose al rey et recontole que respuesta ninguna non le havía querido fazer, de la qual cosa el rey fue muit despagado, pero quando contó la manera que havía visto, pensó en si mesmo quel huerto podía seer el su regno, las colles yeran las gentes del su regno, et dixo: "Por fer buenas colles, carne y a menester". Et luego de continent envió letras por el regno a nobles, cavalleros et lugares que fuessen a cortes a Huesca, metiendo fama que una campana quería fazer en Huesca que de todo su regno se oyesse, que maestros havía en Francia que la farían; et aquesto oyeron los nobles et cavalleros dixeron: "Vayamos a veer aquella locura que nuestro rey quiere fazer", como aquellos que lo preciavan poco. Et quando fueron en Huesca, fizo el rey parellar ciertos et secretos hombres en su cambra armados que fiziessen lo quél les mandaría. Et quando venían los richos hombres, mandavalos clamar uno a uno a consello et como entravan, assí los mandava descabeçar en su cambra; pero clamava aquellos que le yeran culpables, de guisa que XIII richos hombres et otros cavalleros escabeçó ante que comies, et avría todos los otros cavalleros assí mesmo descabezados sinon por qual manera que fue que lo sintieron que yeran de fuera et fuyeron; de los quales muertos ende havía los V que yeran del linage de Luna, Lop Ferrench, Rui Ximenez, Pero Martinez, Ferrando et Gomez de Luna, Ferriz de Liçana, Pero Vergua, Gil d'Atrosillo, Pero Cornel, García de Bidaure, García de Penya et Remón de Fozes, Pero de Luesia, Miguel Azlor et Sancho Fontova cavalleros. Et aquellos muertos, no podieron los otros haver que yeran foydos, sosegó su regno en pax.