miércoles, 30 de septiembre de 2015

ANTIGUA CIUDAD DE PETRA


Las ruinas de la antigua ciudad nabatea de Petra, en el desierto de Jordania, compiten en espectacularidad y belleza con las de Palmira, en Siria, Baalbek, en el Líbano, o Gerasa, en Jordania. Petra sigue despertando el entusiasmo de todos aquellos que la visitan. La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra arenisca – que con sus vetas de colores rosados hace aún más soberbia su belleza– impresiona de tal modo al viajero que éste no se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad de los vivos, para siempre aniquilada por los terremotos. En efecto, las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su mayoría a las tumbas de los riquísimos comerciantes, nobles y monarcas que compitieron por mostrar a sus paisanos su fortuna formidable. Pero Petra no era sólo una ciudad para los difuntos; los palacios, las casas, los negocios, los templos, los almacenes, los talleres y los espacios públicos daban cobijo a las actividades cotidianas de una ciudad próspera, bulliciosa y –como señaló el geógrafo griego Estrabón– abierta al establecimiento de extranjeros, por más que su localización proporcione la imagen de una ciudad cerrada y recóndita, accesible tan sólo para algunos privilegiados que vivían o se refugiaban en ella. Frente a las ciudades de su época, la muralla de Petra era su posición geográfica en medio de un laberinto de cañones horadados en la roca. Esa defensa natural resultaba tan poderosa que la mantuvo durante siglos oculta a la curiosidad de los extraños. La reforzaban bastiones como la torre Conway, que toma su nombre de Agnes Conway, la arqueóloga que la excavó en 1929, y algunos lienzos aislados; al parecer, la ciudad no se dotó de un verdadero recinto amurallado hasta mediados del siglo III.
Capital de las caravanas
El origen de la riqueza de Petra estuvo en el comercio caravanero. Hasta siete rutas confluían en la ciudad del desierto, desde donde se distribuían los productos hacia Alejandría, Jerusalén, Damasco, Apamea y muchas otras ciudades. Las fuentes literarias, como el Periplo del Mar Eritreo y Plinio, detallan las enormes tasas a las que estaban sujetas las mercancías que circulaban a través del reino nabateo. Se dan cifras de hasta un 25 o un 50 por ciento de imposición tributaria. Esa carga, unida al alto valor de los productos comercializados, como seda, betún, incienso, especias o mirra, y por la enorme cantidad de mercancías desplazadas permiten comprender el súbito esplendor del reino nabateo, ocasionado por la enorme demanda derivada de la Pax Romana, que se materializa en su portentosa capital.
Sobre la cronología del reino nabateo no se dispone de datos directos que permitan trazar una historia más o menos firme. Hemos de conformarnos con la información arqueológica y las noticias aisladas que proporcionan las fuentes clásicas, esencialmente Diodoro Sículo, Estrabón y Flavio Josefo. Toda esta documentación permite constatar que a mediados del siglo II a.C. existía una familia real en Petra, atestiguada por Estrabón, aunque la institución monárquica puede haber precedido a la dinastía de Aretas I, considerado tradicionalmente el primer rey nabateo; el nombre de Aretas I aparece mencionado en la inscripción nabatea más antigua, de 168 a.C. A partir de ese momento se consolidaron las estructuras del reino y se empezó a construir la necrópolis real. Los diferentes reyes competirían entre sí por lograr fachadas cada vez más bellas y espectaculares para sus tumbas 
talladas en las paredes rocosas.

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LA CIUDAD DE LOS MUERTOS

Desde el punto de vista formal, la tipología de tumbas talladas en la roca tiene su origen en el extraordinario conjunto de Naq i-Rushtan, la necrópolis de los reyes aqueménidas cercana a Persépolis, en el actual Irán, donde se hicieron enterrar los grandes soberanos persas como Darío I o Jerjes. Esta costumbre se extendió por todo el Oriente helenístico, desde Anatolia, donde se encuentran los hipogeos de Myra, hasta la Arabia Felix (el actual Yemen) y Jerusalén. No se trata, pues, de una invención nabatea, aunque las características de la piedra arenisca de Petra le otorgan un aspecto singular y único. Por otra parte, esta arquitectura presenta, además, influencias orientales, con decoración de escalinatas en la cima de los monumentos, obeliscos y motivos geométricos, basada en modelos asirios, persas o egipcios; y también un gusto más barroco, de inspiración helenística y romana. Los estudios ponen de manifiesto que la ciudad monumental corresponde básicamente a la época imperial romana, después de que Petra cayera bajo la órbita de Roma en el siglo I a.C. Las fachadas de las tumbas reproducen las de los grandes templos, como si los difuntos compitieran con los dioses en la suntuosidad de sus moradas.
Las inscripciones que permiten identificar a los personajes relacionados con estos edificios son muy escasas. La más importante se ha hallado fuera de Petra, en la cercana capilla de en-Numeir. Está datada en el año 20 d.C. y contiene una importante secuencia de soberanos nabateos: «Ésta es la estatua de Oboda, el dios, que han hecho los hijos de Honianu, hijo de Hotaishu, hijo de Petammon… colocada aquí junto al dios Du-Tarda, dios de Hotaishu, que están en la capilla de Petammon, su bisabuelo, por la vida de Aretas, rey de Nabatu, que ama a su pueblo… y de Shaqilat, su hermana, la reina de Nabatu, y de Malco y de Oboda y de Rabel y de Fasael y de Sha’udat y de Hagiru, sus hijos, y de Aretas, hijo de Hagiru… en el mes… del año 29 de Aretas rey de Nabatu, que ama a su pueblo…».
En el interior de Petra se ha encontrado otra importante inscripción. Se trata del epitafio de Sextio Florentino, gobernador de la provincia de Arabia en el año 127, que grabó su hijo en cumplimiento del testamento de su padre. Florentino, de rango ecuestre, debió de morir durante su gobierno en la provincia y adoptó el uso tradicional de la aristocracia local en su monumento funerario.

LA CIUDAD DE LOS VIVOS

Los espectáculos, la vida política, los pleitos, el mercado… Todo tenía su espacio en la brillante ciudad donde recalaban caravanas de dromedarios cargados de exóticos productos llegados de los rincones más lejanos de Oriente. La ciudad hoy olvidada de los vivos, el escenario de la actividad diaria de sus habitantes, poseía varios espacios públicos entre los que destaca el magnífico teatro, tallado en la roca viva probablemente durante el reinado de Aretas IV (8 a.C.-40 d.C.) y remodelado tras la incorporación de la ciudad a Roma para dar cabida a 6.000 espectadores.
Una gran vía con columnas, la principal arteria de Petra, porticada a ambos lados y a la que se abrían las tiendas, locales y negocios, unía los principales espacios públicos de la ciudad, como los grandes templos. Uno de ellos ha proporcionado una de las novedades más espectaculares desde el punto de vista arqueológico en los últimos años. El llamado Gran Templo, edificio nabateo del siglo I a.C., fue remodelado en su interior tras la anexión de Petra al Imperio romano. Las excavaciones dirigidas desde 1993 por la arqueóloga Martha Joukowsky han puesto de manifiesto que en el siglo II se habilitó en él un pequeño teatro con capacidad para más de 300 personas. Es muy probable que fuera usado como odeón –un edificio destinado a certámenes musicales–, aunque también se ha sugerido que podía tratarse de un bouleuterion, el lugar de reunión del consejo de la ciudad o boulé. Aparentemente, también se empleó para sesiones de carácter judicial, presididas por el gobernador provincial romano cuando éste visitaba Petra. La transformación de un recinto religioso en un espacio cívico no es insólita, pues se conoce el caso del Artemision de Dura Europos, en Siria. La originalidad del edificio, no obstante, es extraordinaria, como se ve en los capiteles en los que las volutas del estilo jónico se han convertido en cabezas de elefante; al parecer las paredes estaban estucadas y aún mantienen restos de decoración pictórica.


AGUA EN EL DESIERTO

Agua en el desierto
La arqueología proporciona información sobre algunos aspectos de la vida cotidiana en Petra. Por ejemplo, las excavaciones han revelado que el pescado formaba parte destacada de la dieta de los habitantes de Petra, y que su consumo se acrecentó con el tiempo. Los datos disponibles en el barrio de ez Zantur, situado al suroeste de Petra, indican que aproximadamente una cuarta parte de los restos de fauna hallados corresponden a pescado procedente del mar Rojo, que se encuentra a 150 kilómetros de distancia. Casi el setenta por ciento pertenece a ovejas y cabras, mientras que los restos de aves suponen apenas un ocho por ciento, esencialmente pollo y perdiz local. Como curiosidad, diremos que en Petra hay una ausencia total de gatos; quizá la introducción de estos animales tuviera lugar ya en época bizantina, durante el siglo VI.
En cuanto a la agricultura, el área de Petra dedicada a cultivos era considerable. Entre finales del siglo I a.C. y finales del II se construyeron numerosos diques y canales. Muchos restos de estas pequeñas represas son aún visibles en el área circundante de la ciudad, pero lo que resulta más vistoso son los canales que conducen el agua a su interior, que todavía hoy son causa de admiración entre los viajeros que discurren por el Siq, el angosto desfiladero que conduce a Petra. El agua abastecía fuentecillas y estanques en el área urbana, así como a un gran ninfeo, un santuario dedicado a las ninfas, diosas acuáticas, cuyos restos todavía son visibles en la vía Columnada, junto a un árbol solitario, testigo de la humedad del lugar.
Pero aún falta por excavar el ochenta por ciento de la superficie de Petra, cuyo palacio real tuvo que ser de una extraordinaria suntuosidad a tenor de la grandeza de los edificios públicos conservados y de las fabulosas riquezas que atribuyen las fuentes clásicas a sus gobernantes. Estrabón dice que las casas eran de piedra y lujosas. Las más antiguas, del siglo III a.C., no responden a ese estereotipo, pero su construcción mejora a partir del siglo I; se labran los sillares, se pavimentan los suelos, las paredes se decoran, se canalizan las aguas subterráneas y las viviendas se dotan de letrinas, e incluso de termas. En una gran mansión, destruida por el terremoto de 419, aparecieron los restos aplastados de una mujer y un niño. Pero las ruinas causadas por los tres grandes terremotos que destruyeron Petra ocultan, sin duda, testimonios de la vida del reino nabateo que depararán importantes sorpresas a los arqueólogos.

martes, 29 de septiembre de 2015

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO (El Faro de Alejandría)



LAS SUETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO  (Faro de Alejandría)

El Faro de Alejandría, fue una torre alta construida por el reino ptolemaico entre 280 y 247 aC en la isla costera de Pharos en Alejandría, Egipto, con el propósito de guiar marineros en el puerto.
 Con una altura estimada diversamente en alguna parte entre 393 y 450 pies (120 y 140 m ), fue una de las más altas estructuras de la Tierra creadas por el hombre desde hace muchos siglos, y fue considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Gravemente dañado por tres terremotos entre 956 1323,  luego se convirtió en una ruina abandonada.

Construcción y destrucción
 El faro fue construido en el siglo tercero antes de Cristo. Después de que Alejandro Magno murió de una fiebre a los 32 años, el primer Ptolomeo se proclamó  rey en el año 305 aC, y encargó su construcción poco después. El edificio se terminó durante el reinado de su hijo, el segundo Ptolomeo. Se tardó 12 años en completarse, con un costo total de 800 talentos, y sirvió como prototipo para todos los faros posteriores en el mundo. La luz fue producida por un horno en la parte superior y la torre se dice que se han construido en su mayoría con sólidos bloques de piedra caliza.  Construido a partir de grandes bloques de piedra de color claro, la torre se compone de tres etapas: una sección inferior cuadrada con un núcleo central, una sección octogonal central, y, en la parte superior, una sección circular. En su vértice se coloca un espejo que refleja la luz del sol durante el día, y un fuego encendido en la noche.
El Faro de Alejandría, fue una torre alta construida por el reino ptolemaico entre 280 y 247 aC en la isla costera de Pharos en Alejandría, Egipto, con el propósito de guiar marineros en el puerto.
 Con una altura estimada diversamente en alguna parte entre 393 y 450 pies (120 y 140 m ), fue una de las más altas estructuras de la Tierra creadas por el hombre desde hace muchos siglos, y fue considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Gravemente dañado por tres terremotos entre 956 1323,  luego se convirtió en una ruina abandonada.

Construcción y destrucción
 El faro fue construido en el siglo tercero antes de Cristo. Después de que Alejandro Magno murió de una fiebre a los 32 años, el primer Ptolomeo se proclamó  rey en el año 305 aC, y encargó su construcción poco después. El edificio se terminó durante el reinado de su hijo, el segundo Ptolomeo. Se tardó 12 años en completarse, con un costo total de 800 talentos, y sirvió como prototipo para todos los faros posteriores en el mundo. La luz fue producida por un horno en la parte superior y la torre se dice que se han construido en su mayoría con sólidos bloques de piedra caliza.  Construido a partir de grandes bloques de piedra de color claro, la torre se compone de tres etapas: una sección inferior cuadrada con un núcleo central, una sección octogonal central, y, en la parte superior, una sección circular. En su vértice se coloca un espejo que refleja la luz del sol durante el día, y un fuego encendido en la noche.
HISTORIA

Fue construido por el arquitecto Sóstrato de Cnido por orden de Ptolomeo I en la isla de Faro (Pharos), frente a Alejandría. Consistía en una gran torre sobre la que una hoguera nocturna marcaba la posición de la ciudad a los navegantes, dado que la costa en la zona del delta del Nilo es muy llana y se carecía, por tanto, de cualquier referencia para la navegación marítima.

Su altura alcanzaba los 134 metros y en su construcción se utilizaron grandes bloques de vidrio que fueron situados en los cimientos para evitar la erosión y aumentar la resistencia contra la fuerza del mar. El edificio, erigido sobre una plataforma de base cuadrada, era de forma octogonal y estaba construido con bloques de mármol ensamblados con plomo fundido. En la parte más alta un gran espejo metálico reflejaba la luz del sol durante el día, y por la noche proyectaba la luminosidad de una gran hoguera a una distancia de hasta cincuenta kilómetros.

Junto con el Mausoleo de Halicarnaso, el faro logró sobrevivir intacto todo un milenio. Sin embargo, fue severamente dañado por los terremotos de 1303 y 1323 hasta el punto de que el avezado viajero árabe Ibn Battuta escribió que le había sido imposible entrar en las ruinas.

Los restos desaparecieron en 1480 cuando el sultán de Egipto Qaitbey empleó los bloques pétreos de las ruinas para construir un fuerte.

En la actualidad existe un proyecto de reconstrucción del faro (estimado en 40 millones de dólares), propulsado por varios países de la Unión Europea (Francia, Alemania, Italia y Grecia) que están dispuestos a incluir el Faro en el ambicioso proyecto Medistone, concebido para recrear y conservar los monumentos arquitectónicos de la época ptolomea.

lunes, 28 de septiembre de 2015

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. (El Coloso de Rodas)


Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. ( El Coloso de Rodas )

El coloso de Rodas fue  una estatua representativa a Helios mejor conocido como el ‘’dios del sol’’. Su enorme  tamaño e imponente presencia en la entrada de la costa de Rodas lo hizo merecedor de un puesto entre las siete maravillas del mundo Antiguo. Impresionantemente este gigante de bronce se mantuvo intacto por más de 50 años, aunque misteriosamente es una de las maravillas de la que menos se conoce.
Rodas fue una isla de Grecia ubicada en una intersección entre dos rutas comerciales, al sudoeste de Asia Menor, cerca de Egipto. La historia del origen del Coloso de Rodas es bastante interesante, ya que al morir Alejandro Magno en el año 323 a.C. el imperio que había dejado se vio con un futuro tambaleante. De ahí 3 generales toman el control originando una especie de guerra interna que consecuentemente dividió el imperio en 3 regiones. Rodas se puso del lado del general Ptolomeo quien finalmente fue quien controló Egipto. Fruto de esa asociación surgió una amistad fructífera para ambas partes, tomando total dominio del comercio de la región oriental del Mediterráneo. Antígono, uno de los otros generales no vio con buenos ojos esta situación y le exhortó a Rodas que se pusiera de su lado, Rodas inteligentemente se opuso a esto. Dada esta situación Antígono se vio tentado en llamar a su hijo Demetrio y pedirle que invadiera a Rodas en el 305 a.C. Pese a tener un ejercito de 40.000 hombres y 2 barcos de guerra, la impresionante defensa de Rodas y las tropas de socorro que Ptolomeo había enviado impidieron que Demetrio pudiese causar algún daño.


HISTORIA

En el año 305 a. C., Rodas, que en las luchas de los diádocos se había alineado con Ptolomeo I, fue invadida por un poderoso ejército dirigido por Demetrio Poliorcetes, hijo de Antígono I Monóftalmos.

Para apoderarse de la ciudad, Demetrio mandó a construir varias torres de asedio con el fin de asaltar las murallas. La primera de estas torres fue montada en seis barcos. Este primer intento no dio resultado porque los barcos naufragaron en una tormenta antes de que la torre pudiera ser utilizada. Demetrio volvió a intentarlo con otra torre aún mayor construida sobre la tierra. Este tipo de arma de asedio era denominada helépolis. Sin embargo, los defensores rodios repelieron el ataque inundando el terreno ante los muros para que la helépolis no pudiera ser desplazada.

En el año 304 a. C. una flota enviada por Ptolomeo I, aliado de Rodas, hizo huir precipitadamente a Demetrio, quien abandonó la mayor parte de su armamento de asedio. A pesar de su fracaso frente a los muros de Rodas, Demetrio obtuvo el sobrenombre de Poliorcetes, "conquistador de ciudades" por sus éxitos militares. Los rodios vendieron por 300 talentos los equipos de asedio abandonados.

Para celebrar su victoria, los rodios decidieron que Cares de Lindos ―nativo de la isla, y discípulo del célebre Lisipo, quien había esculpido en Tarento una estatua de bronce de Zeus de unos 22 metros de altura― construyera una estatua gigantesca al dios Helios, protector de la ciudad. Le preguntaron al escultor cuánto costaría una estatua de 50 pies (15 metros) de altura; cuando les respondió, le preguntaron cuánto costaría una estatua del doble de altura. Él respondió que el doble, y los rodios firmaron el contrato. Cares no tuvo presente que al doblar la altura, necesitaría ocho veces más materiales. Esto lo llevó a la bancarrota y el suicidio.

El coloso de Rodas fue terminado por Laques (también de la aldea rodia de Lindos) en el 292 a. C.

Sesenta y seis años después de su construcción, en el año 226 a. C. un terremoto derribó la colosal obra. Los habitantes de Rodas decidieron dejarla acostada en el mismo lugar pues un oráculo aseguró que el derribo de la estatua fue voluntad de los dioses. Y así quedaron los restos de la estatua durante novecientos años aproximadamente, hasta que en el año 654 d. C. los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una de sus incursiones.Un judío de Edesa compró el bronce y dijo haber necesitado 900 camellos para cargarlo.

LocalizaciónEditar

Representación de la ciudad de Rodas en la época, con la posible localización del coloso.

Durante muchos años se creyó que la estatua había sido erigida con una pierna apoyada en cada parte del muelle de Rodas como aparece en algunas imágenes. Sin embargo, no parece que haya sido realmente así por dos razones: si hubiera sido erigida allí, se habría hundido por su propio peso. La otra razón es que para su construcción tendrían que haber cerrado un muelle de gran importancia militar durante varios años, siendo vulnerables a ataques por mar. Otra hipótesis, publicada en un artículo de la arqueóloga alemana Úrsula Vedder (2008) sugiere que el Coloso no habría estado en el puerto, sino que era parte de la Acrópolis de Rodas, sobre una colina ahora llamada monte Smith, con vistas a la zona portuaria. Tradicionalmente se creía que el templo en la cima del monte Smith estaba dedicado a Apolo, pero ―de acuerdo con Vedder― habría sido un santuario de Helios. Según Vedder, los sobredimensionados cimientos de piedra en el sitio del templo, cuya función no se conoce con exactitud, habrían sido la base de soporte del Coloso.

domingo, 27 de septiembre de 2015

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. ( El Mausoleo de Halicarnaso)





Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. ( Mausoleo de Halicarnaso)

El Mausoleo de Halicarnaso o el Sepulcro de Mausoleion (en griego Μαυσωλεῖον τῆς Ἁλικαρνασσοῦ) fue una tumba construida entre el año 353 y el 350 a. C.[1]en Halicarnaso (actualmente BodrumTurquía) para Mausolo, un sátrapa en el Imperio persa. La estructura fue comisionada por su esposa y hermana, Artemisia II de Caria, al arquitecto griego Sátiro de Paros y Piteo.
El mausoleo medía aproximadamente 45 metros de altura, y cada una de las cuatro plantas estaba adornada con relieves escultóricos creados por cada uno de los escultores griegos — LeocaresBriaxisEscopas de Paros y Timoteo.La estructura del mausoleo fue considerada un gran triunfo estético, tanto que Antípatro de Sidón lo consideró como una de las Siete Maravillas del Mundo. Esta edificación, asimismo, indica una nueva tendencia hacia lo monumental en el arte del período pos-clásico o helenístico.
La palabra mausoleo actualmente se utiliza para referirse a un monumento funerario y sepulcro suntuoso
CONQUISTA
En el 623 a. C.Halicarnaso fue la capital de un pequeño reino en la costa del Asia menor. En el 377 a. C. el gobernante de la región, Hecatomno de Milasa, falleció y dejó el control del reino a su hijo, Mausolo. Hecatomno, un sátrapa bajo los persas, tomó el control de algunas de las ciudades y distritos vecinos. Tras Artemisia y Mausolo, tuvo otros hijos: AdaHidrieo y Pixodaro. Mausolo extendió su territorio hasta la costa suroeste de Anatolia. Artemisia y Mausolo gobernaron Halicarnaso y el territorio que lo rodeaba durante veinticuatro años. Aunque Mausolo descendía de nativos de allí, hablaba griego y admiraba el estilo de vida y de gobierno griegos. Fundó muchas ciudades de diseño griego a lo largo de toda la costa y alentó las tradiciones democráticas griegas.[cita requerida]

El mausoleo, en un grabado coloreado a mano diseñado por Martin van Heemskerck (siglo XVI).
El mausoleo soportó las invasiones y la destrucción de la ciudad por Alejandro Magno, los bárbaros y los árabes, pero, finalmente, fue destruido por un terremoto en el año 1404.
En 1522 los Caballeros de San Juan utilizaron los restos para la reparación del castillo de San Pedro de Halicarnaso. Por entonces se encontraron una serie de túneles, debajo de la construcción, que llevaban a los sarcófagos de los difuntos reyes. La tumba fue saqueada por ladrones y hoy ya no quedan restos de ella.

La estatua superior y algún friso se salvaron, y hoy se pueden admirar en el Museo Británicoen Londres.

sábado, 26 de septiembre de 2015

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. (Estatua de Zeus, Olimpia)


Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.   (Estatua de Zeus en Olimpia)

Zeus, el ser "inminente", padre y rey de los dioses del Panteón Olímpico  la divinidad más temible y poderosa de la mitología helénica, poseía en la antigua Grecia numerosísimos templos, siendo el de Olimpia, Élida, cerca de la moderna Miraca, el más célebre y frecuentado de todos. 
Olimpia, vasto recinto sagrado, con templos y altares, era a la sazón la capital mística del país.Siete grandes rutas la unían al resto de Grecia. A las puertas de la ciudad, las carreteras se convertían en encantadoras avenidas bordeadas de pequeños templos y de tumbas, entre el verde de los olivares, los pinos y los perfumados bosquecillos de laureles. Todas afluían al templo de Zeus. 
El magnífico y grandioso edificio, de orden dórico y uno de los mayores de la Antigüedad, medía sesenta y cuatro metros de largo por veintisiete de largo. cuatro grandes escalinatas, bordeadas de marmóreas estatuas, daban acceso al mismo. En trono al templo se extendían bellísimos y fragantes jardines con las más extrañas y olorosas flores...
Y en el interior, al fondo, se cobijaba la colosal estatua de Zeus.
En vísperas de los Juegos Olímpicos griegos , con las más perfumadas flores de los bellísimos jardines de Olimpia, trenzábanse guirnaldas y coronas, con las que se adornaba el templo del padre y rey de los dioses. Y terminados los Juegos el primer deber de los vencedores en los diversos certámenes consistía en ofrendar un sacrificio solemne ante la colosal y deslumbrante estatua de Zeus, maravilla de maravillas.
Medía esta obra maestra, sin tener en cuenta el pedestal, trece metros de altura. Representaba al imponente dios sentado en un trono de ébano, mármol oro y marfil, obra genial de ebanistería y de cincel. Zeus sostenía una estatuilla de la Victoria en su mano derecha; con la izquierda se apoyaba en un cetro, rematado por un águila imperial. El cuerpo del dios era de marfil; y sus ropas, de oro cincelado. Espesa barba y abundante cabellera enmarcaban su rostro, hierático y majestuoso.
Se decía de la incomparable escultura, debida al inmortal artista Fidias, "que la imagen del rey de los dioses, hecha por el rey de los escultores, no tenía par en el mundo...". Para realizar su obra maestra, Fidias habíase inspirado en algunos versos de Homero. El también inmortal poeta muestra a Zeus iracundo, conmocionando a todo el Olimpo con un ligero fruncimiento de cejas y un simple movimiento de cabeza... Sin embargo, el Zeus que Fidias cinceló no era el dios irritado que fulminaba con sus rayos a los culpables mortales. No tenía de homérico sino la majestuosa grandeza de su divinidad. Su expresión reflejaba, más bien, serena dignidad y poder estático. Tal y como el genial artista lo plasmó, reflejaba realmente la fiel imagen "del rey de los dioses y padre de los hombres"..

Al acabar la monumental obra, Fidias no quedó plenamente satisfecho de su labor. A su exigente genio artístico le parecía poco perfecta. Y deseando conocer la opinión pública, ideó un ingenioso medio. Invitaba a la gente a entrar en el templo (para contemplar la recién terminada estatua), Fidias ocultóse detrás de ella sin ser visto por nadie. Los habitantes de Olimpia criticaron la obra sin regateos ni hipocresías. Para unos la nariz de Zeus era demasiado grande; para otros eran los labios, los ojos o la barba lo que no encontraban de su gusto en el venerado dios. Con suma paciencia escuchó Fidias las numerosas observaciones que sincera y espontáneamente hacían sus paisanos. Y como algunas le parecieron justas y atinadas, emprendió seguidamente el retoque de la gigantesca estatua de Zeus.

Días y días trabajó Fidias febrilmente en su obra. Y cuando, al fin, dio el último golpe de cincel, cuenta la leyenda que postróse de hinojos ante su majestuoso Zeus y exclamó:

-- ¿Oh, rey de los dioses...! Recibe mi obra: si la juzgas digna de ti, sírvete manifestarlo por un signo exterior.

La respuesta no se hizo esperar. Cuenta la tradición que los cielos se abrieron, retumbó un espantoso trueno, y por el espacio sin techumbre del atrio "el dios lanzó un rayo en prueba de complacencia...". 

Y sólo entonces comprendió Fidias que había dado cima a su obra maestra. A partir de entonces la Antigüedad agotó las frases de elogio para ensalzar la maravillosa escultura del más genial de los artistas. Epicteto exclamaba entusiasmado:

--¿Id a Olimpia para admirar la imagen de Zeus; considerad como una desgracia morir sin haberla visto!

Todo fue bien para los griegos hasta que allá por el año 148 a.C., los romanos, acaudillados por el cónsul Mummio, invadieron la Grecia, que, después de la toma y destrucción de Corinto, fue incorporada a la República con el nombre de Acaya. Las obras de arte de Corinto fueron enviadas a Roma. Muchas de las cuales aún se exhiben en diferentes museos italianos procedentes de aquella desenfrenada rapiña.

Pero estos tesoros artísticos no colmaron los deseos de los emperadores romanos. Querían la estatua de Zeus de Olimpia. Calígula concibió el proyecto de llevar a Roma la mayor maravilla del mundo y subsistir la estatua del dios por un busto suyo de marfil. Se cuenta que cuando los enviados del vanidoso Calígula penetraron en el templo con la ridícula cabeza de su emperador, ocurrió un hecho sorprendente: en medio del impresionante silencio del templo, Zeus lanzó tan formidable carcajada al ver el busto de su substituto, que los romanos huyeron aterrados, sin intentar siquiera hacer el cambio.

Se ignora lo que sucedió luego; pero consta que Calígula abandonó el proyecto de trasladar a Roma El Zeus de Olimpia. El emperador Teodosio fue menos tímido y supersticioso: Haciendo caso omiso de las temerosas advertencias de los griegos, hizo trasladar la maravillosa obra de Fidias desde Olimpia a Constantinopla. Y a pesar de que han sido muchos los investigadores y arqueólogos que han buscado la estatua en esta última ciudad turca, jamás se ha encontrado.

En cambio, las excavaciones que iniciaron allá por el año 1834 por el alemán Curtius y otros investigadores , pusieron al descubierto casi todos los monumentos de la antigua Olimpia, y hasta el lugar donde se hallaba el trono del dios Zeus. Sin embargo, desgraciadamente, de la estatua nadie sabe nada. ¿Estará, acaso, en el fondo de las aguas del Bósforo o de los Dardanelos?. 

jueves, 24 de septiembre de 2015

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. (Templo de Artemisa)


LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO. ( Templo de Artemisa)


El Templo de Artemisa fue un templo ubicado en la ciudad de ÉfesoTurquía, dedicado a la diosa Artemisa, denominada Diana por los romanos. Su construcción fue comenzada por el rey Creso de Lidiay duró unos 120 años.
De grandes dimensiones y hermosa arquitectura, es considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, tal como lo describió Antípatro de Sidón, quien elaboró la famosa lista:
He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande
Antípatro de Sidón Antología griega (IX.58)
El templo estaba compuesto por numerosos edificios, que los arqueólogos denominaron con letras sucesivas. El edificio más antiguo e importante era el D. El Templo de Artemisa fue destruido por un incendio, provocado por un hombre llamado Eróstrato, en el año 356 a. C.
UBICACIÓN
El templo de Artemisa se encontraba en la antigua ciudad de Éfeso, a unos 50 km al sur de la moderna ciudad portuaria de Esmirna, en Turquía, en el valle a los pies de Ayasoluk.
A Artemisa, hermana de Apolo, se le rendía en Éfeso un culto en cierto modo prehelenístico, representando más la fertilidad que la virginidad que significaba para los griegos. A la diosa se la representa con una corona amurallada, símbolo de Cibeles, y, al igual que ella, la Artemisa de Éfeso era servida por esclavas llamadas megabyzae.
Una inscripción votiva mencionada por Bennet (ver enlace más abajo), que data probablemente del siglo III a. C., asocia la Artemisa de Éfeso a Creta:
Al sanador de los desastres, a Apolo, dador de la Luz a los mortales, Eutiquess le ha erigido en ofrenda [una estatua de] la Señora cretense de Éfeso, la Portadora de la Luz.

La costumbre griega del sincretismo asimiló todas las deidades extranjeras bajo alguna forma de las divinidades del Olimpo, y está claro que en Éfeso, la identificación con Artemisa que hicieron los colonos jonios no era muy apropiada.
Salvaje, independiente y de una fuerza y belleza superiores. Así aparecía Artemisa, la diosa de la fertilidad, la caza y la guerra, en la mitología griega. Hija de Zeus y hermana gemela de Apolo, es una de las doce grandes divinidades olímpicas. Artemisa era una diosa indomable, que no sólo daba la vida, sino que también la quitaba. En su honor, y para apaciguarla, el rey Creso de Lidia mandó erigir el templo de Artemisa en Éfeso. En el interior de este santuario se hallaba la estatua de Artemisa, una obra de dos metros de altura en madera de vid revestida con plata y oro.
HISTORIA

El lugar sagrado de Éfeso era mucho más antiguo que el templo. El geógrafo Pausaniasafirmó que existía muchos años antes de la inmigración Jonia y que era, incluso, más antiguo que el culto al Oráculo de Apolo en Dídima. Los anteriores habitantes de la ciudad eran léleges y lidios.

El lugar en el que se fundó el santuario de Artemisa había sido ya objeto de veneración por las poblaciones locales que practicaban allí el culto a la Diosa madre o a Cibeles, culto al que después se asimiló el de Artemisa.

Las excavaciones de la Escuela Británica permiten seguir las fases principales de la evolución arquitectónica del conjunto.

La gran abundancia de exvotos, desde el siglo VIII a. C., demuestra un lugar de culto. El edificio más antiguo que corresponde a la primera fase, se trata de un altar, al que siguió la construcción de algunos templos de pequeñas dimensiones (naískois). De éstos, el que precede al templo arcaico fue levantado hacia el 600 a. C. Medía 14 x 28 m y estaba rodeado por un muro de cierre.

El templo de Artemisa, como lo imaginó en este grabado coloreado Martin Heemskerck (1498 - 1574).

La construcción del edificio requirió muchísimo tiempo. Plinio el Viejo y Marco Vitruvio afirman que los trabajos prosiguieron durante 120 años. y que fueron varios los arquitectos que los dirigieron. La primera construcción del templo data del siglo VIII a. C., y fue destruido por los cimerios.

El templo fue diseñado por el arquitecto griegoQuersifrón, de la ciudad cretense de Cnosos y construido alrededor del año 550 a. C. a expensas de Creso, el poderoso rey de Lidia. Fue terminado por Metágenes, hijo de Quersifrón, con ayuda de Teodoro, el arquitecto del Hereo de Samos. Se eligió un terreno rocoso como precaución frente a terremotos, según Plinio el Viejo. El templo se convirtió en atracción turística, visitado por mercaderes, reyes y viajeros, que pagaban tributo a Artemisa en forma de joyas y otros bienes. Su esplendor también atrajo adoradores que formaron el culto de Artemisa.

El templo era respetado como lugar de refugio, tradición que se trasladó al mito con las amazonas que se refugiaron allí tanto de Hércules como de Dioniso.

El templo de Éfeso fue destruido por un incendio provocado por Eróstrato el 21 de julio del año 356 a. C., la noche que, se dice, nació Alejandro Magno. Según la historia, su único fin fue lograr fama a cualquier precio.

Se descubrió que un hombre había planeado incendiar el templo de Diana en Éfeso, de tal modo que por la destrucción del más bello de los edificios, su nombre sería conocido en el mundo entero

Los efesios, ultrajados, intentaron que su nombre nunca fuera recordado, prohibiendo, bajo pena de muerte, mencionarlo. Sin embargo, éste ha llegado a través de Estrabón.

Alejandro Magno nació la noche en la que el templo ardía. Plutarco sentenció que Artemisa estaba demasiado preocupada por este hecho como para salvar su propio templo en llamas. Más tarde, Alejandro ofrecería a los efesios costear su reconstrucción, a lo que se negaron, aduciendo que no era conveniente que un dios le construyera un templo a otra divinidad. Sin embargo, el templo fue restaurado tras su muerte, en el año 323 a. C. La reconstrucción del templo es atribuida por algunos autores al rodio (o según otros, macedonioDinócrates, el que realizó las mediciones para la fundación de la ciudad de Alejandría, en Egipto.

Sin embargo, esta reconstrucción sería arrasada por los godos en el año 262, en tiempos del emperador Galieno.

"Respa, Veduc y Thuruar, líderes de los godos, embarcaron y navegaron a través del Helesponto hacia Asia. Allí arrasaron varias populosas ciudades y prendieron fuego al renovado templo de Diana en Éfeso

Jordanes en Getica (xx.107)

A lo largo de los dos siglos siguientes la mayoría de los efesios se convirtieron al cristianismo y el antiguo templo perdió su interés religioso. Los cristianos derribaron los restos del edificio y reutilizaron los materiales para otras construcciones, actualmente se pueden apreciar algunas columnas helenísticas del templo de Artemisa como parte de Santa Sofía en Estambul.

El lugar del templo fue redescubierto en 1869 por una expedición del Museo Británico. Aún pueden verse varias esculturas y artefactos, aunque de la séptima maravilla del mundo solo queda en pie una columna.

Existe una referencia en el Nuevo Testamento al templo de Diana de los Efesios, lo cual nos ayuda a percibir que se hacían figurillas de este templo (posiblemente a escala) para su venta, y el fervor que los Efesios de ese tiempo tenían por su edificio.

Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino. Porque un platero llamado Demetrio, el cual hacía de plata templecillos de Diana, daba a los artífices no poca ganancia; a los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia; y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino á muchas gentes de casi toda el Asia, ha apartado con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo. Oídas estas cosas, llenáronse de ira, y dieron alarido diciendo: ¡Grande es Diana de los Efesios!

Libro de los Hechos de los Apóstoles 19:24-28


Imagen actual del Templo de Artemisa en Éfeso: apenas quedan ruinas del templo original.

ARTE Y ARQUITECTURA

La mayoría de las descripciones físicas del templo provienen de Plinio el Viejo, aunque hay discrepancias en torno al tamaño. Plinio describe el templo como de 377 pies de largo (115 m) por 180 pies de ancho (55 m), realizado principalmente en mármol, es el más grande de todo el mundo griego. Constaba de 127 columnas, cada una de 60 pies de alto (18 m), igual a 12 veces el diámetro de la base.

Tenía tres filas de columnas en la fachada occidental (con un total de 36), divididas en tres hileras de ocho columnas, dos columnas a los lados de las antas y una doble fila que dividía el gran pronaos en tres naves.

La cella era alargada y estrecha, como en los templos arcaicos, y al fondo había un baldaquino, en el que se hallaba la estatua de culto, sobre los restos del altar del siglo VII a. C.

En la fachada posterior las columnas eran 9, y 21 a los lados.

Tras el incendio provocado del 356 a. C., la obra de reconstrucción debió durar mucho tiempo.

La planta y las proporciones del nuevo edificio se mantuvieron grosso modo iguales a las del anterior, salvo por el añadido de un crepidoma (la plataforma sobre la que se eleva el templo) escalonado (12 gradas) de 2,68 m de altura. Tenía columnas esculpidas en la parte inferior (sólo las 16 de las dos primeras filas de la fachada occidental), mientras que una veintena de dados esculpidos sostenían las columnas in antis. Las columnas, según Plinio, medían 60 pies de altura (17,65 m), aproximadamente 10 veces el diámetro de la base. Se ha pensado que el arquitecto del nuevo templo fue Dinócrates, que estuvo influido por Piteo, el autor del templo de Atenea de Priene.

Con las excavaciones austriacas de 1965 se sacó a la luz el altar, de mármol y de 22 x 32 m.

El templo albergaba varias obras de arte: esculturas de los renombrados PolicletoFidiasCresilas y Fradmon, pinturas, y columnas forradas de oro y plata. Varias de esas esculturas se referían a amazonas que, según la leyenda, se habían encontrado en esa región.

Plinio comenta que trabajó esculpiendo relieves y decorando las columnas Escopas de Paros, que también había intervenido en el Mausoleo de Halicarnaso.

CULTO E INFLUENCIA

El templo de Artemisa se encontraba en una próspera región, que cruzaban viajeros y mercaderes de toda Asia Menor. Fue influenciado por varias creencias, y era un símbolo de fe para mucha gente. Los efesios adoraban a Cibeles, e incorporaron gran parte de sus creencias al culto de Artemisa. El dúo Artemisa-Cibeles distaba mucho de su equivalente romano Diana.

El culto de Artemisa atrajo miles de adoradores de todas partes del mundo conocido. Muchos destacados personajes históricos realizaron ofrendas, entre ellos Jenofonte, que estaba en Éfeso cuando se unió a Agesilao II en su marcha de Asia a Beocia y allí dio en depositó un dinero al guardián del templo para que se lo devolviera si regresaba y si no regresaba lo diera como ofrenda a Artemisa,  o Alejandro Magno, que cuando llegó a Éfeso realizó sacrificios y decretó que los impuestos que antes se pagaban a los persas fueran depositados a partir de entonces en el templo de Artemisa.