viernes, 2 de octubre de 2015

GUERRA DE SUCESIÓN EN ESPAÑA. (PARTE II)

   FELIPE V DE ESPAÑA

LA ACEPTACIÓN DEL TESTAMENTO POR LUIS XIV Y LA RUPTURA DEL TRATADO DE REPARTOr



Proclamación de Felipe V como Rey de España en el Palacio de Versalles (Francia) el 16 de noviembrede 1700. Pintura de François Gérard.
El 1 de noviembre de 1700 se produjo la muerte de Carlos II –tres días antes había nombrado una Junta de Gobierno al frente de la cual había situado al cardenal Portocarrero–. El 9 de noviembre se confirmaba en Versalles que Carlos II había nombrado como su sucesor al segundo hijo del Delfín de Francia, Felipe de Anjou, lo que abrió un debate entre los consejeros de Luis XIV ya que la aceptación del testamento supondría la ruptura del Segundo Tratado de Particiónsuscrito en marzo con el reino de Inglaterra y con las Provincias Unidas. El embajador francés en Londres relató la dudas de Luis XIV: «se sentía contento por la reunión de las dos monarquías, pero preveía que ello podía conducir a una guerra que se había propuesto evitar».
Luis XIV finalmente respaldó el testamento. El 12 de noviembre de 1700, hizo pública la aceptación de la herencia en una carta destinada a la reina viuda de España en la que decía:
Nuestro pensamiento se aplicará cada día a restablecer, por una paz inviolable, la monarquía de España al más alto grado de gloria que haya alcanzado jamás. Aceptamos en favor de nuestro nieto el duque d'Anjou el testamento del difunto rey católico.

Retrato oficial de Luis XIV (1701).
El 16 de noviembre,el rey de Francia, ante una asamblea compuesta por la familia real, altos funcionarios del reino y los embajadores extranjeros, presentó al duque de Anjou con estas palabras:
Señores, aquí tenéis al rey de España.
Pero a continuación le dirigió a su nieto una frase que inquietó al resto de potencias europeas, cuya respuesta no se haría esperar:
Sé buen español, ése es tu primer deber, pero acuérdate de que has nacido francés, y mantén la unión entre las dos naciones; tal es el camino de hacerlas felices y mantener la paz de Europa.
Tampoco pasó desapercibida la frase a la Junta de Gobierno del cardenal Portocarrero –ya que vulneraba el testamento del rey Carlos II, que prohibía expresamente la unión de las dos coronas– sobre todo cuando el embajador español en la corte de Versalles le comunicó al cardenal lo que le había dicho Luis XIV durante la entrevista que mantuvieron el mismo día de la presentación de Felipe V
Ya no hay Pirineos; dos naciones, que de tanto tiempo a esta parte han disputado la preferencia, no harán en adelante más de un solo pueblo.
Estos temores se confirmaron al mes siguiente cuando Luis XIV hizo una declaración formal de conservar el derecho de sucesión de Felipe V al trono de Francia –legalizada en virtud de cartas otorgadas por el Parlamento de París del 1 de febrero de 1701–,lo que abría "la puerta a una eventual unión de España y Francia, se violaba el testamento de Carlos II y se amenazaba el equilibrio europeo".Al mismo tiempo Luis XIV ordenó que tropas francesas ocuparan en nombre de Felipe V las plazas fuertes de la «Barrière» de los Países Bajos españoles, debido "al poco entusiasmo de los Estados Generales de los Países Bajos españoles por jurar al duque de Anjou como rey de España", lo que por otro lado provocó "un verdadero pánico en la Bolsa de Londres"ya que podía ser el inicio de una guerra ya que la ocupación de esas plazas fuertes violaba el Tratado de Rijswijk de 1697. Además los enviados de Luis XIV empezaron a hacer cambios institucionales en los Países Bajos del Sur y a incrementar los impuestos 
FELIPE V OCUPA EL TRONO

Felipe de Anjou entró en España por Vera de Bidasoa(Navarra), llegando a Madrid el 17 de febrero de 1701. El pueblo madrileño, hastiado del largo y agónico reinado de Carlos II, lo recibió con una alegría delirante y con esperanzas de renovación. Pronto el nuevo rey Felipe V de España, sería conocido, no sin cierta ironía, con el sobrenombre de el Animoso.

Fue ungido como rey en Toledo por el cardenal Portocarrero y proclamado como tal por las Cortes de Castilla reunidas el 8 de mayo de 1701 en el Real Monasterio de San Jerónimo.El 17 de septiembre Felipe V juró los fueros del reino de Aragón y luego se dirigió a Barcelona donde había convocado las Cortes catalanas. Allí el 4 de octubre de 1701 juró las Constituciones catalanas y mientras las Cortes estuvieron reunidas tuvo que permanecer en la capital del Principado. Finalmente a principios de 1702 pudo clausurar las Cortes después de verse obligado a hacer importantes concesiones –como la creación del Tribunal de Contrafacciones–, reforzándose así la concepción pactista de las relaciones entre el soberano y sus vasallos. Como recordó un memorial presentado por las instituciones catalanas: «en Cataluña quien hace las leyes es el rey con la corte» y «en las Cortes se disponen justísimas leyes con las cuales se asegura la justicia de los reyes y la obediencia de los vasallos». Las Cortes del reino de Aragón, presididas por la reina ya que Felipe embarcó el 8 de abril desde Barcelona hacia el reino de Nápoles, no llegaron a clausurarse a causa de la marcha de la reina a Madrid, quedando pendientes de resolverse las peticiones de los cuatro brazos que la componían. Las Cortes del reino de Valencia nunca llegaron a convocarse.

Por otro lado, tras su llegada a Madrid, Felipe V, siguiendo las indicaciones del embajador francés Marqués de Harcourt, formó un "consejo de Despacho", máximo órgano de gobierno de la Monarquía por encima de los Consejos establecidos por los Austrias, integrado por el propio rey y el cardenal Portocarrero, presidente de la Junta de Gobierno nombrada por Carlos II; Manuel Arias, presidente del Consejo de Castilla; y Antonio de Ubilla, nombrado Secretario del Despacho Universal, y al que pronto se unió el embajador francés, por imposición de Luis XIV, ya que en seguida quedó claro, según la historiadora francesa Janine Fayard, que "Luis XIV iba a actuar como el verdadero dueño de España". Así en junio de 1701 envió a la corte de Madrid a Jean Orry para que se ocupara de sanear y aumentar los recursos de la Hacienda de la Monarquía, y también negoció sin consultarle el casamiento de Felipe con la princesa saboyana María Luisa Gabriela de Saboya –la boda real se celebró en Barcelona a donde había acudido Felipe V a jurar como conde de Barcelona ante las Cortes Catalanas–, quien dominó por completo al rey a pesar de tener apenas catorce años, contando con el apoyo de la princesa de los Ursinos de sesenta años nombrada camarera mayor de palacio por indicación de Luis XIV. Que Luis XIV tomó las riendas del gobierno en la Monarquía de España también lo prueban las 400 cartas que le envió a su nieto entre 1701 y 1715, "en las que fue pródigo en consejos políticos, incluso órdenes" y el destacado papel que desempeñó en la corte de Madrid su embajador."Era, pues, el rey francés... quien controlaba los auténticos resortes del poder. De este modo, los respectivos embajadores –HarcourtMarcin, los dos Estréestío y sobrino, y Gramont– no actuaron como representantes legales de Francia en el sentido estricto sino como auténticos ministros".

El interés de Luis XIV por la "monarquía católica" radicaba fundamentalmente en su Imperio de las Indias Occidentales, como reconoció más adelante en una carta enviada a su embajador en Madrid una vez iniciada la guerra: «el principal objeto de la guerra presente es el comercio de Indias y de las riquezas que producen». Esto es lo que explica que en seguida el "Consejo de Despacho" tomara una serie de medidas para favorecer el comercio francés con el Imperio americano. Así, en pocos meses más de una treintena de barcos realizaban continuos viajes entre los puertos franceses y los de Nueva España y Perú y más adelante "los puertos de la América española fueron «pacíficamente invadidos» por cientos de navíos franceses haciendo saltar las férreas disposiciones que habían estado en vigor durante dos siglos" y que concedían el monopolio del comercio con América a la Casa de Contratación de Sevilla. La medida de mayor trascendencia fue la concesión del asiento de negros –el monopolio de la trata de esclavos con América– a la "Compagnie de Guinée", el 27 de agosto de 1701 –compañía de la que Luis XIV y Felipe V poseían el 50% del capital–,que también recibió el privilegio de extraer oro, plata y otras mercancías, libres de impuestos, de los puertos donde había vendido esclavos. Algunos historiadores consideran esta decisión como el detonante de la Guerra de Sucesión española y así lo vieron algunos contemporáneos, especialmente ingleses y holandeses.

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